La colorida y divertida historia de Charlie y la fábrica de chocolates, del escritor Roald Dahl, relata cómo un niño de escasos recursos encuentra un boleto dorado y se convierte en el heredero del imperio chocolatero de Willy Wonka, todo gracias a su creatividad, ingenio, buenas habilidades comunicativas, un excelente manejo de sus relaciones interpersonales y un gran corazón lleno de humildad, en pocas palabras: Personal Branding.
Esta práctica del marketing personal, que nos permite proyectarnos como individuos o dar visibilidad a nuestros emprendimientos, puede ser ese pasaje dorado para cumplir las metas y sueños que tenemos.
Inicialmente requiere definir un propósito, la razón de ser que nos hace valiosos para los demás, la solución que ofrecemos ante una necesidad y representa un diferenciador ante la competencia.
De lo anterior, una estrategia para reflexionar en torno a nuestra identidad y propuesta de valor es estructurar y diseñar una página web, un blog, e incluso redes sociales. Al hacerlo, debemos plantear cómo queremos ser reconocidos, cuál es nuestra historia, y qué es eso que podemos aportar para el crecimiento o bienestar de los demás que nos da relevancia.
Ahora bien, Charlie, aun siendo un niño sin dinero tuvo que conseguir lo necesario para comprar la barra de chocolate que cambiaría su vida para siempre. Crear y sostener la marca personal requiere estar dispuestos a invertir, tanto para crear elementos comunicativos de alta calidad, atractivos para nuestros públicos de interés y que transmitan la imagen correcta con el alcance adecuado de audiencias, como en formarnos para estar en constante aprendizaje. Sería un error pensar que por la gratuidad de las plataformas digitales no es necesario disponer de recursos, cada una de ellas ofrece opciones pagas que nos darán acceso a herramientas más sofisticadas o a los millones de usuarios que podemos alcanzar.
Otro factor, quizás el más crítico, es tener presente que el Personal Branding en últimas somos nosotros mismos, cómo nos mostramos a los demás y cómo gestionamos nuestras relaciones tanto digitales como personales. De nada sirve tener un gran perfil de Instagram con fotografías y videos de alta calidad si no existe un relacionamiento amable, sincero y constante con los públicos. Esto demanda tiempo y dedicación, pero si en realidad es lo que amamos hacer, el esfuerzo será con agrado y satisfacción.
Seguramente no vamos a heredar un imperio chocolatero ni a trabajar con Oompa Loompas, pero aplicar correctamente el Marketing Personal en nuestras vidas y emprendimientos tiene el potencial necesario para darnos una probada del dulce más exquisito: cumplir nuestros sueños.