Vivimos una era de cambios permanentes en términos de comunicación, información, acceso al conocimiento y comercialización que nos ubica en una constante necesidad de cualificación para estar al día con las tendencias y el uso y apropiación de Tecnologías de Información y Comunicación, pero más allá de hablar de una infraestructura tecnológica, pensamos en la verdadera transformación digital, esa que va desde no solo usar un aparato, sino pasar por la apropiación de sistemas de computación descentralizados o llamadas ‘nubes’ y llegando a un verdadero cambio de pensamiento.
Las empresas, los emprendedores, las marcas personales o proyectos no son ajenas a esto y han tenido que enfrentarse a unos cambios asombrosos y rápidos para llegar a sus usuarios y comunidades, logrando una valiosa cibercultura.
Tal como lo manifiesta Orihuela (2021) en su obra ‘Culturas Digitales: textos breves para entender cómo y por qué Internet nos cambió la vida’, estamos pasando de periodicidad a tiempo real, de escasez a abundancia, de intermediación a desintermediación, de distribución a acceso, de unidireccionalidad a interactividad, de lineal a hipertexto, de información a conocimiento y es allí, donde la actividad de las audiencias recopila, contrasta, analiza, opina y genera información, propiciando fenómenos de usuarios en red: un software social descentralizado y a escala universal.